lunes, 12 de mayo de 2014

los celos de los enamorados

¿Amor o sentimiento de posesión?


Los celos, fel vicio de la posesión", como Jacques Cardonne los
denominaba) han sido, desde hace siglos, argumento recurrente y fértil
de la literatura aunque constituyan también el germen de demasiados
sucesos desgraciados y muy reales. Pero, ¿qué son los celos?.
Podríamos definirlos como un estado emotivo ansioso que padece una
persona y que se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de perder
lo que se posee-tiene. o se considera que se tiene-posee. o se debiera
tonor-poseer (amor, poder, imagen profesional o social...).

En el ámbito sentimental, el rasgo más acusado de los celos es la
desconfianza y sospecha permanentes en el otro que tiñen. y
perjudican gravemente, ta relación con la persona amada. La mayoría
entendemos por celos ese confuso, paralizador y obsesivo sentimiento
causado por el temor de que la persona depositaría de nuestro amor
prefiera a otra en lugar de a nosotros.

Cuando se muestra en su forma aguda, el origen de los celos hay que
buscarlo en situaciones neuróticas o. en general, psicopáticas. Algunos
autores creen que el sentimiento de los celos es universal e innato.
Linton. por ejemplo, ve una prueba de esta tesis en el hecho de que en
las Islas Marquesas, donde la libertad sexual es prácticamente total, los
indígenas manifiestan sus celos sólo cuando están ebrios: es decir
cuando su control voluntario, su raciocinio, ha disminuido. Por el
contrario, otros psicólogos (como O.KIineberg) señalan que este
sentimiento es do origen cultural, y que los celos no dependen del
deseo o necesidad de goce exclusivo de los favores del otro, sino del
"estatuto" social. En las sociedades monogámicas. como la nuestra, y
siempre según este autor, el adulterio sólo provoca reacciones celosas
en la medida en que origina inseguridad (material o afectiva) o afecta al
prestigio y al honor. Son dos teorías relativamente antagónicas, pero
como ocurre con frecuencia, perfectamente complementarias.
Podemos pensar por tanto, que cuando nos mostramos colosos
experimentamos sensaciones inherentes a nuestra condición de seres
humanos y. a la vez. manifestamos un comportamiento adquirido y
heredado de nuestra cultura y modus vivendi.

Un sentimiento que puede resultar peligroso
Las personas muy celosas son. frecuentemente, apasionadas, ansiosas, un
poco sadomasoquistas y neuróticas, y proyectan en su entorno humano
sus propias tendencias a la infidelidad. Buscan con avidez todas las
pruebas de su presunto infortunio y se muestran refractarios a los
argumentos racionales que les trasmiten las personas cercanas con las
que se sinceran.
Los celosos delirantes que se sienten abandonados, menospreciados y
burlados, pueden llegar hasta la tragedia de perseguir con odio a su
"amor" y no vacilarán en atacarlo. De ahi que esto sentimiento de los
celos genere tantos problemas, no sólo en la seguridad física de las
personas directamente afectadas por casos criminales sino también en
el equilibrio emocional de otras muchas cuyo bienestar psicológico se
ve amenazado. Cuando en una pareja surge el miedo a la separación,
éste se manifiesta en forma de celos, de persecución al cónyuge en su
hipotética infidelidad, controlándole y pretendiendo obligarle a que sea
fiel. Cuanto más persigue a su pareja con celos, tanto más se siente
impulsado el perseguido o perseguida a demostrar su autonomía,
esforzándose en alejarse y no dejarse obligar. Y cuanto más lo hace,
tanto más busca el celoso o celosa reclamarle como posesión propia y
secuestrar su libertad de movimientos v de sentimientos.

El celoso exige entonces a su pareja la descripción pormenorizada de
su supuesta aventura y en su mente se mezclan el miedo al ridiculo, a
estar en boca de todos, el sentir con dolor que la otra persona vale
más. la pérdida de autoestima, un deseo morboso de información
(circunstancias de la otra relación, quién es. dónde se ven. desde
cuándo.....). un desmedido afán de control, un sentimiento de posesión
exacerbado, la agresividad para con uno mismo...
Vive la situación como si de una tortura se tratara e incluso con deseos
de venganza, que van dosdo el encerrarse en el silencio hasta el drama
que con tanta frecuencia describen las secciones de sucesos de los
medios de comunicación.

Los celos no son amor
Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas
letras de canciones, argumentos literarios o guiones de películas, no siempre
son consecuencia de un gran amor, ni indican cuánto se quiere, se necesita o
se desea a la otra persona Y. normalmente, quienes padecen preferentemente
estos ataques de celos son personas muy centradas en sí mismas, que solo se
curarán saliendo de su autoencierro En muchas situaciones de celos hay. más
que amor o miedo a la soledad, otras causas sentimientos de posesión del
otro, de necesidad de controlarle, de inseguridad en uno mismo, de envidia
hacia la mayor riqueza de la vida emocional del otro...
Un tipo muy especial de celos son los infantiles ("complejo de Cain"). que se
manifiestan tras el nacimiento de un nuevo hermano. El niño, antes centro de
todas las atenciones, se ve obligado a aceptar que debe compartir con el
nuevo miembro de la familia el amor y cuidados de sus padres, mu/
especialmente de la madre, lo que hace que vea en el recién llegado un
usurpador y la malquerencia hacia "el intruso", lo que puede conducirle a volcar
su agresividad en su pequeño hermano. Según los psicólogos, no es extraño
que incluso el origen de ciertos estados neuróticos que sufren los adultos
provenga de secuelas de celos infantiles padecidos hace décadas Pero los
celos no son exclusivos del espacio familiar o sentimental: otro ámbito donde
germinan es el mundo laboral

Los celos afectan con frecuencia a profesionales desconfiados y muj
competitivos (en la mala acepción del término), incapaces de trabaja)
en equipo y que invierten gran parte de su tiempo y energía en los
pequeños detalles, no compartiendo información y controlando cuantc
ocurre a su alrededor, a fin de que nadie presente un trabajo que puede
ensombrecer el suyo. La vida y valía personal de estos celosos
laborales giran en torno a su estatus profesional y mantienen una baje
autoestima (disfrazada frecuentemente de autosuficiencia). Y. poi
supuesto, con esa actitud, evidencian su inseguridad y un déficit d€
inteligencia emocional, al no responder positiva y equilibradamente z
los estímulos del exterior, en este caso, a la competencia de sus
compañeros de trabajo.
También pueden surgir los celos en la relación con los amigos ("ese es
el más guapo, aquellla es la más lista, ese el que tiene la casa más
bonita, este es el que está casado con la que más dinero gana"), perc
normalmente no generan tantos problemas ni alcanzan dimesiones
dramáticas.

Si nos sentimos celosos de nuestra pareja:
"Los celos son malos consejeros" dice el refrán. No desdeñemos su
importancia ni dejemos que se nos cuelen como sentimientos normales
o que hasta tienen su encanto, por cuanto trasmiten "lo mucho que le
quiero". En la realidad cotidiana, los celos rompen y enturbian las
relaciones, y los individuos celosos acaban minando, con su
posesividad y persecución asfixiantes, el gozo y el placer del encuentro,
el equilibrio en la pareja, que se basa en la ternura, la comprensión, la
tolerancia y el respeto a la autonomía del otro. Si en un momento
determinado nos sentimos victimas de un ataque de celos que
perjudica   nuestro   bienestar   emocional,   actuemos dedicidamente:
Seamos conscientes de que estamos padeciendo los celos sin
querernos engañar jugando a progresistas.
Comuniquemos nuestros sentimientos a la persona cuyo
comportamiento ha generado los celos, especificándole claramente las
conductas        que        nos        hacen        sentirnos celosos.

Hablémosle cuanto haga falta, aunque sin someterla a una presión
excesiva (y mucho menos aún. recurriendo a amenazas o agresiones
físicas), y con ánimo de pedirle que nos ayude a disipar nuestras
dudas. Se trata de saber qué ocurre en realidad y de cotejarlo con
nuestra    percepción,    que    perfectamente    puede    ser errónea.

Si se trata de un pensamiento irracional que estamos alimentando,
debemos apoyarnos en la realidad y desterrarlo definitivamente. Nos
será más fácil si contamos con la ayuda de la otra parte. Pero no
olvidemos también es parte afectada, a la que debemos comprender y
ayudar.

Revisemos durante un cierto tiempo nuestra actitud ante la otra
persona, para comprobar que los celos han desaparecido.

Fortalezcamos el diálogo continuo, la confianza y el contacto amoroso:
son los mejores instrumentos para superar el dosencuentro y los celos.

Aceptémonos más. confiemos en nosotros mismos y trabajemos la
seguridad      en      nosotros      mismos.      nuestra autoestima.

Si sufrimos un cuadro agudo do celos o nos vomos incapaces de
gestionarlos por nosostros mismos, dirijámosnos cuanto antes a una
consulta psicológica.

Y. por último, si hay motivo real para nuestros celos, planteemos con
realismo la situación a nuestra pareja. Y armémonos de valor, paciencia
y comprensión para superar la situación. Casi todo tiene un final, y el
amor también puede tener fecha de caducidad.

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